martes, 2 de febrero de 2010

Explicación del capítulo XIV: Straif


Straif en gaélico está asociado al endrino, el árbol que da la endrina, y el color asociado es el rojo. En la adivinación celta, cuando dicha palabra se presenta ante uno, malas noticias: no quieres ver la verdad que se presenta ante ti.

En este capítulo, Mikel, el compañero de Ícaro, descubre los mails que su madre le está mandando y ya que él es una persona cuerda y con los pies en la tierra, y más si cabe con los antecedentes esquizoides de su compañero de piso, se asusta y va enseguida hacia los locales de ensayo, temeroso de que a su amigo le haya pasado algo malo.

¿Cuánta gente conocemos así? Gente que lo mide absolutamente todo, que te dice lo que hay que hacer a cada momento, que te aconseja, sí, con buena intención la mayoría de las veces, pero, no siempre. Salvando las distancias con este capítulo, ya que esta novela intenta tratar el problema de la esquizofrenia, algo muy serio, el autor sí se detiene en él y pretende desde esa actitud, invitar a la reflexión. Los consejos son siempre bienvenidos cuando vienen con la mejor de las intenciones pero a veces, y más a ciertas edades, me refiero ya a la treintena, hay que dejar cierto margen a la gente que uno quiere para que actúe con libertad. Sobre todo para no machacarle a uno con las mismas cosas una y otra vez y que ese uno al final acabe desapareciendo del todo. Sobre todo con los convencionalismos. Parece que si a cierta edad no has hecho según que cosas (casarse, sacarse el carnet de conducir, tener una familia, etc...) no has triunfado en la vida o has hecho lo que tenías que hacer. En fin, allá ellos con sus monsergas. ¿No?

También dar a conocer en este capítulo a un compañero y sin embargo, amigo, llamado César, el cual existe de verdad y ha sabido estar ahí, escuchando y dando buenos consejos, sin presionar quiero decir, sin dar la brasa, cuando ha hecho falta. Su inclusión aquí es otra manera de agradecimiento. Gracias, campeón.

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