miércoles, 17 de junio de 2009

Tres tristes tigres, es decir, tres formas de soledad


El sábado por la noche, en un momento de calma, me pude fijar desde mi trinchera detrás de la barra, como existen tres formas distintas de soledad:

  • La soledad arrogante: Allí, en el fondo del garito, estaba aquella persona que desde su silla, contemplaba a los demás por encima del hombro. Vestido y peinado estratégicamente, con el ego más alto que la propia persona, esperando, tal vez, que alguien le admirara o cayera en sus brazos, cosa que no suele suceder.
  • La soledad desesperada: ¿A quién no le ha pasado alguna vez? Verse rodeado de amigos, y éstos, en diferentes corrillos, hablar de sus temas y tú quedarte fuera de juego, sin ver el hilo al que hay que agarrarse para seguir perteneciendo al grupo. Cuando ves que es imposible, empiezas a buscar en todos lados. Ruegas al cielo en silencio para que aparezca alguien conocido a quién poder acoplarte o lanzas miradas cómplices previo paso a un posible ligoteo. También se te ocurre la inútil idea de entablar una conversación con el camarero de turno sin darte cuenta de que está terriblemente ocupado. Al final, te quedan dos opciones: te aburres y te acabas yendo, con el consiguiente mosqueo general: - no te vayas, si ahora nos vamos todos, tómate una más, pero, ¿qué te pasa?, etc o bien, esperar hasta que alguien se acuerde de ti e ir a la máquina de turno y consolarte con un trivial o algo similar que te mantenga distraído hasta que alguno de tus colegas repare en ti.
  • La soledad cobarde: Hay gente que asume directamente el papel de víctima: El mundo no me comprende, ¿qué he hecho yo para merecer esto?, etc. Esa gente, por regla general, sale sola. Beben solos y si por un casual se encuentran contigo o te llaman cuando ya el alcohol les tiene totalmente dominados, te dan la chapa acerca de lo desgraciados que son. Tú, por educación, les contestas y hasta les ofreces soluciones. Soluciones que ellos se niegan a seguir. Entonces, se siguen lamentando de su mala estrella y no entienden como el mundo les trata así de mal. Al final, acabas tú también por emborracharte para soportar mejor la noche que te queda y termináis ambos desayunando algo o uno llevando al otro de lo mal que acaba.

Es curioso lo que se puede aprender aunque sea a ciertas horas de la noche y también en según que sitios, pero extrañamente, este sábado pasado me encontraba lo suficientemente sereno como para hacer una puntualización sobre el tema, más si cabe porque soy aficionado a la antropología, cosa que me ha pegado mi hermana y además, me estoy leyendo un libro muy curioso de etología (estudio del comportamiento) en este caso humano, llamado el mono desnudo, de un tal Desmond Morris y nada, quería compartirlo con vosotros.

Somos una de las especies más curiosas y creo que sería una buena sección para innaugurar ésta y por supuesto, quién quiera aportar algo sobre el tema, acerca de como somos, ya sabe que tiene que mandar un mail a icarofinalfeliz@hotmail.com. Estaré encantado de incluirlo en este blog.

Gracias por seguir ahí.

Un abrazo.